Tras un largo año, todo lo tuyo
hace tiempo que tuvo que dejar de considerarse mío. Estoy terriblemente
convencida de que tus manías ya no serán las mismas, que ya no te morderás las
uñas cuando te pongas nervioso, ni escribirás esas palabras de las cuales tanto
nos reíamos. Estoy convencida de que tú
ya no serás el mismo.
Y es que, odio tener que admitir
que me da igual el tiempo que pase ni la gente que trate de ocupar tu lugar,
porque no pueden, porque lo que
importa es que te quiero, sin medidas, sin vacíos, sin silencios.
Que no sirva de nada ya no me importa, a pesar de ser un grito en un vacío
inevitable en el que tengo asegurada la caída; Que tengo comprobado que el
olvido no funciona contigo, amor,
porque tú conseguiste algo que nadie consiguió sacar de mí, me quitaste los complejos, estudiaste mis
manías. Escuchaste mis silencios.
Mentiría si te dijera que ya no
necesito tus buenos días ni tus buenas noches, ni tus bromas, ni tus medias
sonrisas, ni el sonido de tu voz al pronunciar mi nombre. Te creerás que puedo ser capaz de sacar de mi cabeza tu maldita sonrisa,
joder. La misma que me regaló tantos efímeros y eternos momentos.
Dios mío, no sabes lo mucho que me
encantaba decirte que sonrieras en las fotos. No entiendo cómo eras capaz de
esconderla, cómo cuando te miro a lo lejos no eres capaz de dedicármela. Cómo
no recuerdas nuestros días de gloria, nuestros
eternos momentos.
Que no puedes evitarlo, eres mi constante
tortura, la que me atormenta cada día, voluntaria e involuntariamente. Eres
la desesperación favorita de mi habitación.
Y, tras resignarme a todo ello, ya
no te pido a gritos que vuelvas, porque no puedo, porque tú ya no me oyes,
porque el silencio en mis heridas resulta ensordecedor, porque ya no hay
solución. Porque de qué me sirve llamarte, si tus heridas nunca llegaron a
dejarte cicatriz. Porque de qué me sirve soñarte, si al despertarme ya habrás
desaparecido. Porque de qué me sirve quererte, si mis silencios dejaron de ser los tuyos el día en que te marchaste.
@TumundoblogI