Seguidores

domingo, 16 de febrero de 2014

I´m not yours (yet).


 
Aún recuerdo cuando te vi en aquel día soleado de septiembre, salir por aquella puerta, con la ropa deportiva aún puesta. Recuerdo las palabras que pronuncié, recuerdo lo mucho que me recordabas a alguien innombrable. Recuerdo cómo me miraron mis amigas. Recuerdo cómo sonreí al pensarte.
Pasaron los días, y verte por los pasillos del instituto se convirtió en rutina. Oír tu voz fue mi mayor misterio, y descubrir tu nombre mi mayor desafío. Conforme pasaba el tiempo, caí en que hacía mucho que me había perdido en tus ojos color cielo, en tu mirada, en aquella mirada que nunca se había posado en la mía. Y no, no estaba loca. Ni si quiera estaba obsesionada. Solamente mirarte, observarte en los cambios de clase me hacía feliz. Hacías que me olvidara un poquito de él, hacías que su ausencia fuera menos dolorosa.
Recuerdo haber jurado que algún día sabrías mi nombre. Recuerdo haber jurado que tus brazos rodearían los míos, junto a una de tu misteriosa sonrisa, esa sonrisa que tanto deseaba conocer algún día.
Y, sí, suena de cuento, pero la conocí. Y vaya si la conocí. Conseguí que supieras mi nombre, conseguí que me dirigieras la palabra, logré que tus ojos me mirasen por primera vez. Logré que tus labios se fundieran en los míos, descubrí la magia de tu sonrisa. Tus imperfectos preciosos dientes, tu mirada traviesa de niño malo, tus ojos hechizantes y tu incansable voz, unida a tu peculiar forma de hablar.
Eres o eras mi sueño cumplido. De ser mi meta inalcanzable pasaste a ser mío, a formar parte de mi vida. Es como si, todo lo que he soñado lo tuviera ahora delante de mí, como si la espera hubiera valido la pena.
Y es que, eras tal y como te había imaginado. Eras dulce, gracioso y un tanto misterioso. Vacilón incansable, deseoso de sacarme de quicio. Complicado, curioso, y espabilado al mismo tiempo. Era como si ya te conociera, como si supiera exactamente todas tus reacciones. Como si en otra vida hubiéramos estado unidos, ¿sabes?
No sé cómo van las cosas, ni cómo irán en un futuro. Ni si quiera sé si mañana seré capaz de saludarte sin que me ponga roja color tomate. Lo único que sé, es que temo ilusionarme, temo ilusionarme y olvidarle a él. Temo que, en cualquier momento, estaré más ilusionada que nunca, y, lo peor de todo es, que habrá sido sin si quiera haberme dado cuenta, que habrá llegado sin apenas haberme dado tiempo a reaccionar y negarme.
Que mi amor a primera vista me habrá encerrado en su nueva telaraña, para sacarme de la anterior, y, quién sabe si, envolverme en una aun peor.
@TumundoblogI