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sábado, 31 de diciembre de 2016

Confío, confío, confío.

Querido 2016,


No te vayas. No te acabes, no todavía. Necesito disfrutarte al máximo, eres demasiado maravilloso para que te alejes de mí tan pronto. ¿Cómo lo haces? ¿Cómo haces para dar felicidad a todos los que te rodean?

Si te soy sincera, no sé cómo agradecerte con palabras todo lo que has hecho por mí, todo lo que me has ayudado a conseguir, todo lo que me has llenado por dentro. Me has dado lo inimaginable en estos 366 días del año, y de eso que dicen que los bisiestos dan mala suerte. Pues siento informar de que me he quedado yo con toda la suerte. Mía, mía, mía.

Es curioso, porque todo mejoró cuando tiré la carta de San Juan a la hoguera, cuando quemé todo lo que podría unirme a mi antigua yo. Creé una nueva versión de mí, y nunca he estado tan orgullosa de ser yo misma tanto como lo soy ahora. He cambiado, , he crecido y también me he caído, pero, ¿no  es esa la mejor técnica para aprender?

Otros años me he quedado con la parte negativa de todos vosotros, pero este año me niego a quedarme con tus lados malos. Porque has sido increíble. Has sido experiencia, has sido aventura, has sido pura adrenalina y amor. Ay, amor. Gracias por darme un amor tan puro y real, tan verdadero, a una persona tan hecha a mi medida.

Quién sabe, quizás tú me diste el empujón certero para el inicio de mi nueva vida. No quiero que te vayas, aunque me hayas dado un día más.  Me da pena despedirme de ti, pero quiero decirte que te has convertido en algo que jamás olvidaré. Serás siempre MI verano, MI año.

A ti, 2017, no sé, pero yo que tú tendría miedo a ser peor que 2016. Tienes una gran responsabilidad, pero tranquilo, que yo confío en ti. Confío en mi nuevo yo, confío plenamente en mí misma, confío, confío, confío. Pero qué bien suena eso.

Adiós, 2016, espero que todos te recuerden como ese año bisiesto que no estuvo maldito por la profecía. Bienvenido, 2017, no tengas miedo a ser tú mismo.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Cuestión de heridas




Y qué será de todos esos que lucharon por ahogarme, me pregunto.
Por hundirme, por dejarme sin aire, por quemarme,
por abrir mis heridas.
Que ya no hay heridas, susurro,
solo cicatrices.
Cicatrices que ya apenas puedo ver,
penas que ya no lloro, lágrimas que aún recuerdo.
Irónicamente, hoy me ayudan a mantenerme a flote,
a  activar mi sonrisa,
preparada para agarrarse a la vida.
Como él siempre dice, cómo me gustaría viajar atrás en el tiempo,
decirme que todo iría bien,
que sonreiría, que sería feliz.
Que solo era cuestión de lágrimas, cuestión de heridas,
cuestión de tiempo.  
Que ya soy feliz, me digo, que ya soy, grito,

que ya puedo ser