“Un comienzo, un transcurso,
una continuación… nadie hablaba de un final.”
Comenzamos, siempre, con una sonrisa.
Ni tan si quiera nos damos cuenta de que el
tiempo pasa y se lleva todo a nuestro alrededor.
Que no hay un “espera”, ni un “descansa”.
Tendemos siempre, a caminar, mientras todo
transcurre, rápidamente, sin pausa.
Vamos paso a paso, después caminamos con
más garbo, hasta que, en un instante, vemos que estamos corriendo.
Corremos por mil razones, corremos para
escapar de un pasado que trata continuamente de sentirse presente, sin apenas
admitir que ya pasó su momento.
Corremos con miedo a bajar la velocidad
para ver en qué nos hemos o estamos convirtiendo.
Simplemente, corremos.
Corremos, tropezamos, caemos.
Siempre tenemos tendencia a caernos, pero nunca levantarse ha sido algo seguro.
Hablamos siempre, de que cuando te
levantas, te haces más fuerte, que puedes volver a caer, pero, no nos damos
cuenta de que, siempre, siempre volvemos a salir corriendo.
Puede que esa sea una de las razones más
obvias para poder justificar la razón de nuestra caída.
Puede que, el mero hecho de que corramos
sea que sabemos perfectamente que el tiempo pasa rápido.
No me contradigo, simplemente reflexiono.
Reflexionar… Reflexionamos a menudo, pero,
¿por qué siempre lo hacemos cuando ya no podemos solucionar nada?
¿Y si la única respuesta a todo sea la
duda?
“Un comienzo, un transcurso,
una continuación… nadie hablaba de un final.”
"yo sólo sé que no sé nada" Sócrates.
@TumundoblogI
Tablones nuestro mundo